25 noviembre 2008

Angel Guzman no pudo

Tiburones de La Guaira aguantó la embestida y se amparó en las carreras de los innings iniciales, para derrotar ayer a Navegantes del Magallanes 6x5 en el Estadio Universitario ante casi doce mil almas, y así quedarse en solitario en el segundo lugar de la tabla.

Los escualos controlaron las amenazas en los tramos finales, en un cotejo de múltiples alternativas, ya que ambas divisas embasaron corredores en casi todos los episodios, y el descontrol de los lanzadores creó movimiento permanente en las bases.

La caída significó la cuarta de forma consecutiva para la tropa de Nick Leyva, que ahora ve desmejorada su marca a 14-19 y está casi en el foso de la clasificación.

El zurdo estadounidense Stephen Randolph (3-3) se llevó la victoria tras cinco innings aceptables, en los que permitió tres carreras, tres imparables, y se complicó un tanto al otorgar cinco boletos. A su rival, sin embargo, le fue peor, ya que Ángel Guzmán fue explotado tras tres innings y un tercio, recibió todas las rayitas de los locales y dejó el partido 6-1.

A partir de allí el relevo magallanero hizo el trabajo, y la ofensiva comenzó a funcionar al fabricar tres anotaciones en el sexto y una en el octavo, teniendo al estadounidense Jay Gibbons como su principal figura (de 4-3, doble, anotada e impulsada).

Al final, sin embargo, apareció Ronald Belisario, el cerrador "sorpresa" de Tiburones pues no estaba en los planes para cumplir esa función a su llegada, y ya lleva cuatro rescates en la campaña: "Llegué en un momento importante en el octavo, no pude dominar a Wiklenman (González) que me dio un hit, y luego con hombres en las esquinas tuve suerte con esa línea de Jorge Cortés, que me pegó y le llegó al primera base para terminar el inning. Eso me dio confianza para llegar al noveno y sacar los tres outs", comentó Belisario.

Los batazos claves para la tropa de Carlos Subero llegaron en el amanecer: triple de Luis Hernández y rolata de Wilfredo Romero abrieron la brecha, y le siguió un cuadrangular a mitad de gradas de Maximiliano Ramírez con Oscar Salazar en segunda. "Sabíamos que anotando temprano íbamos a tener mayores posibilidades, estaba esperando mi pitcheo y simplemente llegó, solté las manos y salió el batazo", comentó Ramírez al culminar el cotejo de 3 horas y 50 minutos.

Una rayita más en el tercer acto, y un par más en el cuarto gracias a una pifia del camarero Jesús Merchán con bases llenas, dieron el colchón necesario. "Trataba de no repetir los pitcheos con Randolph, nos ajustábamos de acuerdo al bateador. Hubo buena comunicación y sólo los boletos evitaron que tuviese una labor mejor, porque se vieron incómodos ante él", señaló el careta Ramírez con respecto al ganador del juego.