13 noviembre 2009

Beisbol y delincuencia

El alto índice de inseguridad que azota a Venezuela causa estragos en todos los estratos sociales, sin importar raza, ideología política o religión. Hay para todos. Hasta para los deportistas y sus familiares.

La historia no es nueva, aunque de un año para acá diversos han sido los ataques del hampa que tocan al beisbol venezolano. Las víctimas más recientes fueron la madre de Víctor Zambrano, lanzador de los Navegantes del Magallanes, Elizabeth Méndez de Zambrano, y José Castillo, pelotero de los Leones del Caracas.

La señora fue secuestrada el domingo pasado en una finca familiar del estado Aragua, aunque afortunadamente fue liberada el martes tras una operación policial. Al momento de su liberación se desconocía si los plagiarios lograron cobrar algún rescate monetario. El pasado 30 de octubre, la familia perdió a un primo del lanzador, Richard Manuel Méndez Zambrano, hallado en la autopista Caracas-Charallave con una data de muerte de 48 horas.

Lo de Castillo fue más reciente. El propio pelotero contó cómo fue abordado la tarde del martes, apenas horas antes del juego entre los Leones y los Tiburones de La Guaira, por cuatro hombres armados que lo reconocieron cuando él se trasladaba en un taxi desde el hotel Meliá Caracas rumbo al Estadio Universitario. Para su fortuna, los delincuentes sólo se llevaron su teléfono y la cadena sin más nada que lamentar.

El miércoles de la semana pasada le había tocado el turno al infielder del Magallanes, Luis Rivas, quien intentando evitar un atraco en La Guaira, donde asistía a un velorio, se disparó accidentalmente con su pistola al tratar de defenderse. La bala le atravesó su pierna derecha y fracturó el fémur izquierdo.

El pasado 2 de junio, el hijo del receptor Yorvit Torrealba (Rockies de Colorado), fue secuestrado en las inmediaciones de la Plaza Bolívar de Guarenas. El infante de 11 años de edad fue raptado a las 6:30 de la mañana mientras era llevado por sus tíos al colegio. Fue rescatado dos días después.

Quizás uno de los motivos que más “motive” a los delincuentes a emprenderla contra los beisbolistas sean los altos salarios que éstos devengan, remuneraciones por cierto ganadas por su esfuerzo y la disciplina mostrada en la profesión. ¿Hasta cuándo?

Bates y pistolas
Ya incluso desde antes de la muerte de Gustavo Polidor, popular jugador de los Tiburones de La Guaira ultimado por asaltantes frente a su casa en 1995, el fantasma de la violencia persigue al beisbol venezolano, aunque ahora con más contundencia que nunca.

Han ocurrido situaciones lamentables en las que se vieron involucrados peloteros con armas de fuego. ¿Qué hacen los beisbolistas con una pistola en su poder si sus artefactos de trabajo son los bates y los guantes? ¿Las portan para defensa propia? ¿Por temor a los delincuentes?.

En plena recta final del campeonato 1991-1992 de la LVBP, después de un juego en Barquisimeto, Julio Machado, lanzador de las Águilas del Zulia, abortó su promisoria carrera al dispararle y quitarle la vida a una mujer. Según alegó la defensa en el juicio que se le siguió y que lo llevó a la cárcel, el serpentinero pensó que le perseguían para atracarlo.

Unos años más tarde, varios jugadores de los Tigres de Aragua, entre quienes que se encontraba el pitcher Francisco Buttó, terminaron de mala manera la celebración de uno de sus títulos: un tiro que se disparó accidentalmente al lanzador segó la vida del bat boy del equipo y el victimario fue condenado en los tribunales.

Hay hechos de más reciente data. Lo de Luis Rivas, el utility de los Navegantes del Magallanes que se disparó en una pierna con su propia pistola al tratar de repeler un atraco, y está el caso de Tomás Pérez, quien según algunas versiones no oficiales ni comprobadas habría amenazado a un umpire con un arma de fuego.

No es de extrañar que tras el infortunio de Rivas, más el caso de secuestro de la madre del pitcher Víctor Zambrano, dos de sus compañeros de equipo en el Magallanes, el importado estadounidense Brian Dopirak haya decidido regresar a su país repentinamente (el viernes venidero) “y que” para casarse, cuando se suponía que se quedaría hasta donde llegara el club, incluyendo su eventual participación en el round robin en enero próximo.

La directiva de los turcos manifestó sorpresa por la decisión del norteamericano y a lo mejor es verdad lo de la repentina boda, pero queda la duda. Cualquiera se asusta en esta especie de pueblo del viejo oeste en que se ha convertido Venezuela, donde ronda la ley del revolver hasta en los estadios.

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1 Comentarios:

At 2:14 p.m., Anonymous Anónimo dijo...

si señores muy a nuestro pesar hemos tenido que dejar de ir a los estadios gracias a el hampa que si no nos aterroriza en los mismos nos toca a la hora de regresar a nuestros hogares es una verdadera lastima que se hayan perdido tantos valores y que por ende tengamos que mantenernos en nuestras casa con rejas cual prision estatal pero basta que agarren a uno de estos delincuentes de oficio porque alli si aparesen los derechos humanos que al pareser solo existen para los delincuentes y a nosotros ciudadanos comunes que nos coma el tigre es una lastima pero bueno hay que seguir luchando por nuestro beisbol antes que estos delincuentes corran a todos nuestros peloteros del pais y decaiga nuestro pasatiempos favorito bueno eso es todo por ahora y que viva el magallanes

 

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